En marzo de 1870, las tropas brasileñas mataron a Solano López en Cerro Corá, lo cual puso fin a la guerra entre la Triple Alianza y el Paraguay (1865-1870). Hasta fines del siglo XIX, no se dudaba en calificar de dictador al que había sostenido una guerra de su país contra vecinos más poderosos. En Retrato de un dictador: Francisco Solano López36, Robert Bontine Cunninghame Graham relata su viaje al Paraguay en 1871 y el odio de los supervivientes hacia López.
Hacia fines del siglo XIX, Paraguay era paupérrimo, falto de autoestima y carente de héroes paradigmáticos. Había triunfado la ideología liberal, cuyos seguidores despreciaban el pasado despótico y a los antiguos gobernantes. En aquel entonces, empezaba a sobresalir una generación de estudiantes universitarios y bachilleres. Era un grupo pequeño y concentrado en Asunción, que anhelaba la construcción de una sociedad mejor, aunque no disponía de un pensamiento capaz de recuperar la autoestima nacional y a la vez encontrar la solución para una realidad miserable. Esos jóvenes buscaban héroes que encarnaran los valores, supuestos o verdaderos, de la nacionalidad paraguaya. La educación liberal no les ofrecía sino la denuncia de los «antihéroes» que gobernaron el país como dictadores hasta 1870.
Esas circunstancias viabilizaron el nacimiento en el Paraguay del revisionismo histórico de la figura de Solano López, también conocido por lopizmo. Ese movimiento tenía por objeto transformar la imagen de Solano López de dictador responsable por el estallido de una guerra desastrosa para su país en héroe valeroso y patriótico y víctima de la agresión de la Triple Alianza
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