El rey del planeta rojo

Papá siempre saltaba del susto cuando encendía la luz y aparecía la imagen de mamá sentada en la cocina leyendo. También eso saqué de ella, el insensato hábito de leer a oscuras. «¡Por qué no prenden la luz, se van a quedar ciegos!», maldecía papá, pero nosotros preferíamos la caricia de la luna en las páginas marrones. Y nos movíamos así siempre, como las cucarachas y las arañas, temiendo ser vistos, huyendo de los fulgores y estrépitos humanos.